La importancia de la fertilización de los cultivos empieza a desdibujarse de la mente de los agricultores, provocado por el aumento de los precios de los fertilizantes, pero olvidando que son empresarios con la necesidad de rentabilizar sus empresas. Esto unido a la incertidumbre meteorológica de los últimos años, ha provocado una tendencia de cambio en la fertilización, eliminando el abonado de fondo de los cultivos extensivos.
Previo a la toma de decisión sobre la fertilización, debe existir un estudio de las necesidades reales del cultivo, realizando un balance entre las pérdidas de los nutrientes del suelo (extracciones del cultivo, lixiviación, volatilización y precipitación de los nutrientes, etc.) y las aportaciones que realizamos al mismo (agua de riego, materia orgánica y fertilizantes principalmente); y de las interrelaciones existentes entre los nutrientes del medio (relaciones de sinergia y antagonismo), adecuando el fertilizante a las condiciones reales del cultivo.
Normalmente, tras la realización del balance de nutrición, nos encontramos concentraciones de nutrientes inferiores a las necesidades del cultivo, por lo que tenemos que aportarlos por medio de la fertilización. Estos aportes se deben hacer en el momento, en el lugar, a la dosis adecuada y usando los fertilizantes que mejor se adapten a nuestro sistema de cultivo. Todo ello lleva implícito un cierto conocimiento sobre el cultivo, el suelo, el sistema de aplicación que vamos a utilizar y los fertilizantes disponibles, que Herogra group pone a vuestra disposición a través del departamento agronómico.
Desde Herogra group, consideramos que el abonado de fondo se debería realizar siempre en cultivos de secano, aunque las tierras estén secas, para su incorporación cuando las lluvias hagan su aparición o mediante el riego. La clave para que esta aplicación sea rentable y efectiva, está en la aplicación de las unidades fertilizantes que son necesarias y en la utilización de fertilizantes cuyos nutrientes estén disponibles de manera rápida para nuestro cultivo, como son los fertilizantes líquidos de aplicación directa al suelo o fertilizantes sólidos con alta solubilidad.
A modo de ejemplo, se presenta a continuación un gráfico donde podemos observar la producción obtenida en el cultivo del trigo a diferentes dosis de abonado nitrogenado y con la aportación o no de fósforo. Estos datos provienen de ensayos de tres años consecutivos, en 12 diferentes localizaciones con suelos y condiciones ambientales parecidas a las del valle del Guadalquivir en España (suelos ricos en potasio). Los ensayos fueron conducidos en un diseño en bloques completos al azar, con tres repeticiones y tratamientos en arreglo factorial de 2 niveles de P (0 y 46 unidades fertilizantes de fósforo) y 3 niveles de N.
En este gráfico podemos observar como el aumento de la fertilización produce de forma directa un aumento de la producción, tanto con la aplicación de nitrógeno como con la de fósforo.
Como en el abonado de fondo es recomendable aplicar todo el fósforo y el potasio necesario para cubrir las necesidades del cultivo y aproximadamente 1/3 de las necesidades totales de nitrógeno, se hace rentable la realización del abonado de fondo.
Concretamente en esta tipología de suelo, la aplicación de 110 kg/ha de nitrógeno al suelo produciría un incremento de producción de trigo de 2.782 kg/ha. Utilizando un coste de la unidad de nitrógeno de 2,04 € (precio de urea 940 €/t), tendríamos un gasto de 224 €/ha en fertilización nitrogenada (fertilizante más 12 €/ha de aplicación) y un aumento de ingresos brutos de 1.456 €/ha (precio actual del trigo 355 €/t), lo que supone un incremento beneficio neto por la fertilización nitrogenada de 1.219 €/ha (tabla 1). La dosis óptima será diferente para cada parcela dependiendo de las características de la misma y de la producción potencial del cultivo en esa parcela en concreto.
De igual forma podemos extraer la rentabilidad de la aplicación de fósforo, si es necesario al realizar el balance de nutrientes, como abonado de fondo. Aunque la rentabilidad es menor que con la aplicación de nitrógeno, es una rentabilidad que se suma a la anterior. En este caso en particular la aplicación de 46 unidades de fósforo produce un incremento de producción de 681 kg/ha, con un beneficio neto por la fertilización fosfórica de 164 €/ha (coste de unidad de fertilizante de fósforo a 2,46 € extraído de un precio del DAP a 1.170 €/t). Resumiendo, la aplicación conjunta de nitrógeno y fósforo al cultivo del trigo, en estas condiciones de suelo, produce un incremento de beneficio neto por la fertilización de 1.383 €/t €/ha (tabla 1).
En el cultivo del olivar de secano el agricultor puede optar por utilizar sólo abonos nitrogenados, (en zonas menos productivas, bien abastecidas de fósforo y potasio) o utilizar abonos NPK sólidos o líquidos en las zonas más productivas, pero siempre aportando lo que el cultivo necesite para que haya un crecimiento vegetativo adecuado y asegurar la producción de la campaña siguiente (la producción en olivar se produce en las ramas del año anterior).
Fuente: www.herografertilizantes.com