El olivo es un árbol de la familia de las oleáceas (Olea europea var. europaea). Posee un tronco erecto lleno de protuberancias y fisuras, sus hojas son lanceoladas de peciolo corto y de color blanquecino por el envés y brillante por el haz. Sus flores son bisexuales o polígamas con cuatro pétalos blancos y dos anteras y aparecen agrupadas en racimos.
Su principal aprovechamiento es el aceite que se extrae de sus frutos, aunque también se consume el fruto, directamente, después de distintos aderezos.
Las exigencias ambientales del olivo se caracterizan por veranos secos y calurosos e inviernos fríos y poco húmedos (250-450 mm precipitación anual). Está especialmente adaptado al secano y gracias a la conformación de sus hojas se minimiza la pérdida de agua. Soporta altas temperaturas en verano y bajas temperaturas en invierno, hasta 10-12 ºC bajo cero en pleno reposo invernal. Con temperaturas primaverales de 10- 12 ºC se inicia el desarrollo vegetativo, las inflorescencias y la floración se desarrollan entre 15 y 18 ºC sobre la madera del año anterior. Cuando las temperaturas estivales llegan a 35-38 ºC tiene lugar una parada vegetativa.
El olivo es una planta muy rústica, que prefiere suelos francoarenosos, profundos y con drenaje, pero se adapta bien a todos los tipos de suelo. Soporta bien la salinidad y niveles elevados de caliza, siendo frecuente su cultivo sobre suelos calcáreos del área mediterránea, pero es muy sensible al encharcamiento prolongado.
El olivar, al igual que todas las plantas, necesitan de los elementos nutricionales esenciales para su desarrollo. Estos elementos nutricionales se pueden dividir en tres grupos dependiendo de la capacidad de captar cada uno de ellos:
Aunque la cantidad que necesita la planta de cada uno de ellos es diferente, todos son fundamentales para el desarrollo adecuado del cultivo y la falta o exceso de alguno de ellos produciría problemas en el desarrollo del cultivo. Para conocer la cantidad de nutrientes que debemos aplicar a nuestro cultivo debemos tener en cuenta diferentes parámetros:
1.- El nivel de fertilidad o el estado nutricional de nuestro suelo. Se debería realizar un análisis de suelo en algún momento de nuestro cultivo, ya que si por ejemplo tenemos un suelo rico en potasio podríamos reducir la dosis en este elemento y ahorrar costes en la fertilización de nuestro cultivo.
2.- La interrelación existente entre los nutrientes del medio de cultivo. En ocasiones una alta concentración de un nutriente puede ser antagonista de otro y por tanto disminuye la disponibilidad de este elemento, provocando la aparición de síntomas de deficiencia.
3.- La eficiencia del tipo de fertilizante utilizado. Dependiendo de la eficiencia del fertilizante y del método de aplicación utilizado, podemos calcular la dosis adecuada del fertilizante para cubrir las necesidades del cultivo.
4.- La extracción de nutrientes que realiza nuestro cultivo separada por cada fase de cultivo (depende de la producción final esperada). Utilizar cantidades inadecuadas, inferiores o excesivas de algún nutriente, nos aleja de conseguir el objetivo del abonado que es el adecuar la incorporación de nutrientes a las necesidades de los cultivos maximizando el aprovechamiento de estos.
A continuación, vamos a indicar las necesidades en macronutrientes del cultivo del olivo en condiciones normales (Guía práctica de la fertilización racional de las plantas. MARM, 2011), aunque estas deberían ser modificadas dependiendo del resultado que tengamos en el análisis foliar que deberíamos hacer anualmente.
A la hora de aportar los nutrientes, debemos tener en cuenta la interrelación existente entre los nutrientes del medio de cultivo (relaciones de sinergia y antagonismo) y la eficiencia del tipo de fertilizante utilizado. Dependiendo de la eficiencia del fertilizante y del método de aplicación utilizado, podemos calcular la dosis adecuada del fertilizante para cubrir las necesidades del cultivo. Utilizar cantidades inadecuadas, inferiores o excesivas de algún nutriente, nos aleja de conseguir el objetivo del abonado que es el adecuar la incorporación de nutrientes a las necesidades de los cultivos maximizando el aprovechamiento de estos.
Una vez conocida la cantidad de cada uno de los nutrientes que es necesario aportar para nutrir adecuadamente el cultivo del olivar, debemos definir el fertilizante que debemos utilizar.
Fuente: www.herografertilizantes.com