Síntomas y daños del repilo del olivo
El repilo del olivo es un patógeno fúngico que origina la conocida mancha de la hoja de olivo. Sus principales síntomas son la defoliación precoz de las hojas, lo que tiene una fuerte incidencia negativa en la producción y marchita a largo plazo al propio árbol.
El daño del repilo en las hojas del olivo se distingue a simple vista con facilidad porque se manifiesta en forma de manchas de color oscuro y forma circular. Puede llegar a afectar a toda la hoja y también a adquirir un característico halo de tono amarillento. En ocasiones, si se desarrollan las conidias del hongo, la coloración de las hojas con el paso del tiempo se torna oscura. En otras ocasiones, también adoptan tonos blanquecinos o grisáceos. Mientras tanto, en el envés de las hojas, los lamparones suelen concentrarse en el nervio central.
En ocasiones, el deterioro incide en los frutos del olivo, así como en sus pedúnculos. La infección, que en este último caso se manifiesta en manchas de forma alargada y color oscuro, hace que las aceitunas se sequen y se arruguen. Lo habitual es que el fruto termine cayendo al suelo junto al pedúnculo, una peculiaridad que en muchos casos sirve para identificar la causa del daño originado en el cultivo.
Cómo prevenir el repilo del olivo
Siempre es preferible realizar tratamientos de carácter preventivo frente a este tipo de infección en el otoño, tras la recolección y previamente al brote de nuevas yemas.
Los métodos tradicionales más utilizados para actuar frente al repilo del olivo son evitar el exceso de nitrógeno y la deficiencia de potasio y un tratamiento con base de cobre, con especial énfasis en la zona inferior del árbol, ya que el repilo infecta estas zonas con más facilidad.
Si la plantación de olivos se encuentra en una ubicación muy sensible a la infección por repilo, hay que estar más atentos y realizar tratamientos cada vez que se produzcan lluvias.
El principal medio de dispersión del repilo del olivar es el agua en sus más diversas formas, como la que proviene de la lluvia, del rocío o de la niebla. Las condiciones más comunes para que se genere una infección son una humedad relativa próxima a la saturación o que la hoja pase varias horas bañada en agua.
Las conidias pueden germinar con temperaturas muy variables, aunque la temperatura idónea suele oscilar entre los 18 y los 22 ºC. Es recomendable, como medida de prevención efectiva, evitar que el agua de riego llegue a estar encharcada. También se aconseja evitar que las copas de los árboles cubran con demasiada espesura el olivo, lo que impediría la ventilación necesaria.